“La verdad sobre el enfrentamiento entre Perón y Vandor”
La misma dice:
Al Señor José Alonso
Mi querido amigo:
"Acabo de recibir sus cartas del 21 y 26 de enero que me traen la mayor tranquilidad y me alegro que usted haya decidido empeñar batalla. Junto con esta le escribo a Isabelita diciéndole lo mismo y felicitándola por la decisión de suspender las giras y trasladarse a Buenos Aires para poder atender lo necesario a esta lucha, pensando que al enemigo principal hay que atenderlo con los medios y las preocupaciones principales, dejando sólo los medios secundarios para atender a los enemigos secundarios. Este es el principio estratégico de la conducción que nunca debe olvidarse. En esta lucha, como bien lo ha apreciado usted, el enemigo principal es Vandor y su trenza, pues a ellos hay que darles con todo y a la cabeza, sin tregua ni cuartel. En política no se puede herir, hay que matar.
Porque un tipo con la pata rota hay que ver el daño que puede hacer. Ahora, según las circunstancias, hay que elegir las formas de ejecución que mejor convengan a la situación y ejecutarlas de una vez y para siempre. Usted contará para ello con todo mi apoyo y si es preciso que yo expulse a Vandor por una resolución del Comando Superior lo haré sin titubear, pero es siempre mejor que, tratándose de un dirigente sindical, sean los organismos los que lo ejecuten. Si fuera un dirigente político, no tenga la menor duda que yo ya lo habría liquidado.
Me alegra mucho que Usted se haya conectado definitivamente con Isabelita, porque así pueden los dos actuar coordinadamente en la rama sindical por su parte y en la rama política por la de ella. Todo depende de cómo se resuelvan las cosas allí. Existen otras trenzas pero ellas por ahora no deben interesar: hay que destruir la de Vandor y cuando esto se haya logrado, habrá llegado la hora de las otras que, por ahora son favorables a lo que nosotros mismos estamos elaborando. Hay que utilizar a todos en la batalla principal, sin que ello quiera decir que se apañan roscas o trenzas que, con el tiempo, pueden darnos los mismos dolores de cabeza que la de Vandor.
Yo sé que Usted es de cabeza fría y eso es lo que se necesita por ahora. Hay que planificar rápidamente y ejecutar lentamente conduciendo las cosas como mejor convenga, teniendo en cuenta que, en política, no siempre la línea recta es el camino más corto, porque este no es asunto de la geometría. La verdadera obra de arte no está en el planeamiento de la acción sino en la ejecución de la misma. Es allí donde no debe faltar la voluntad inquebrantable de alcanzar los objetivos, porque en esta lucha de voluntades contrapuestas, suele vencer la voluntad más fuerte y el carácter más perseverante.
Isabelita, como buena principiante, puede tener sus altibajos, sus amarguras momentáneas, sus arranques de abandono y sus desfallecimientos naturales en una lucha enconada y difícil como ésta. Por eso le pido que le levante el ánimo y la persuada de la necesidad de no aflojar, aunque venga degollando, y que de nada vale desesperarse o enojarse. Lo difícil de la lucha política es siempre dominarse a uno mismo y saberse tragar el sapo todos los días. Aguantar hasta que se esté en condiciones de romper y luego sí romper todo de un solo golpe. Pero todo es cuestión de minuciosa preparación, de tener buenos nervios y saber esperar, elegir el momento de la decisión y allí jugar el todo por el todo.
Las grandes victorias se alcanzan en las más comprometidas situaciones. Las situaciones fáciles culminan con victorias a lo Pirro, generalmente. Usted puede tener la más absoluta seguridad que lo que hagan ustedes allí contará con el apoyo más decidido de mi parte y puede transmitir a los compañeros que se juegan en este partido con nosotros que no deben dudar que lo que ustedes hagan allí será lo definitivo y que no habrá de mi parte marcha atrás aunque se deba romper con todo y mandar todo al diablo. Esta batalla ha de ser definitiva y para que quede un ejemplo que desanime a los que quieran imitar las trenzas del tipo Vandor.
Yo
sé que, pese a mi función de Padre Eterno, hay momentos en que hay
que proceder con firmeza, como a veces hace el propio Padre Eterno
cuando están en juego los principios y los objetivos. Esta vez no
habrá lástima, ni habrá audiencias, ni habrá viajes a Madrid, ni
nada parecido. Deberá haber solución y definitiva, sin consultas,
como Ustedes lo resuelvan allí. Esa es mi palabra y Usted sabe que
"Perón cumple".
Saludos a María Luisa y a los pibes.
Juan Perón.
De la carta se desprende claramente que Perón hablaba de destruir a Vandor “políticamente”.
El General Perón escribió esta carta desde Madrid un 27/01/1966. Luego envió a Isabel a Argentina para reorganizar el movimiento dado que los mayores cuadros estaban presos, en la clandestinidad y muchos lamentablemente se habían pasado a las filas enemigas.
Los denominados "neoperonistas", espacios provinciales que participaban en las elecciones con otras denominaciones para esquivar la proscripción habían dejado de ser fieles al General, desde ya ocultaron su traición detrás del ardid que decía: “es un disimulo para evadir la proscripción y poder participar de las elecciones”. Esos “neoperonistas” tenían un jefe: Augusto Timoteo Vandor, el que quiso “construir un peronismo sin Perón”.
El jefe metalúrgico se había robado el aparato político del partido. En las elecciones legislativas del 14/03/1965, a través de "Unión Popular", obtuvo más votos que la suma del oficialismo radical (UCRP y la UCRI). Pero la victoria no era suya, el pueblo votaba a Perón, cosa que Augusto Timoteo nunca supo ver. Vandor no tenía un discurso doctrinario ni una ideología precisa. Pero controlaba los sindicatos, el aparato mejor organizado del peronismo desde la caída de Perón en 1955. La única estructura que había sobrevivido a la Revolución Libertadora, a la cárcel y a la persecución a los que fueron sometidos miles de dirigentes obreros y políticos.
Su estrategia política se basó en la negociación con empresarios y el gobierno radical. Vandor, a través de tejes y manejes se convirtió en el poder real del peronismo en Argentina. No lo logró en base a una brillantez política, más que nada tenía una gran habilidad para el arribismo.
Vandor tenía un proyecto autónomo al de Perón, aunque declamara respetar las banderas del peronismo y el legado del General.
El General se dio cuenta y entró en acción, envió a Isabel a Argentina, quien arribó al país el 10/10/1965.
El gobierno radical intentó expulsarla, argumentando que su presencia atentaba contra la paz social, pero no encontraron argumentos legales para hacerlo. Perón tenía prohibida la entrada al país ¿Pero qué cargos podrían pesar sobre su esposa Isabel? Ninguno...
La echaron del hotel ( Alvear Palace) por las quejas de los pasajeros. Isabel peregrinó por distintas casas del conurbano y la ciudad, de manera clandestina. La hospedaron en Caseros, San Telmo y Vicente López.
Estaba previsto que Isabel presidiera el acto del 17 de octubre en Parque Patricios, luego de dos décadas de que Perón estableciera su vínculo con los trabajadores en la Plaza de Mayo. Sería la primera aparición pública de Isabel en la escena peronista, pero Illia lo impidió cercando los accesos con la guardia de infantería. Hasta rodeó la residencia en donde ella se alojaba con 300 policías, perros y varios móviles policiales.
Para protegerla, en una maniobra de distracción, la custodia juvenil le puso una peluca, la hicieron saltar paredes, y la refugiaron en un hotel alojamiento, simulando ser la pareja de un joven. Isabel tenía siempre un arma corta en la cartera, lista para usar.
Finalmente el acto fue frustrado por la policía, que dispersó a los manifestantes con gases.
De manera provisoria, Isabel fue alojada en la casa del mayor Bernardo Alberte, ex edecán de Perón. Fue allí en donde Isabel conoció a López Rega.
Finalmente Isabel llegó a Córdoba y a otras provincias, visitó delegaciones gremiales, bautizó niños, saludó a obispos, pidió minutos de silencio a la memoria de Evita y habló en actos callejeros espontáneos.
Logró una endeble paz con Vandor que duró hasta enero de 1966 el General decidió lanzar su ataque al secretario general de la UOM.
En los primeros días enero de 1966, Isabel tuvo a Vandor varias horas en el hall del Hotel D'Ambra a la espera de una reunión. No lo recibió. El día 6/01 Perón descabezó la Junta Coordinadora Nacional, el máximo organismo del Movimiento, que respondía a Vandor y lo sustituyó por un "Comando Delegado" que eligió el mismo. Luego atacó el flanco gremial e impulsó la rebelión interna dentro del sindicalismo.
El Secretario de la CGT y titular del sindicato del Vestido, José Alonso, acusó públicamente a Vandor de contradecir las directivas de Perón, agrupó a una cantidad de gremios y dirigentes leales a el y así nacieron las "62 Organizaciones de pie junto a Perón". Vandor contraatacó a través de un plenario de la CGT, echó a Alonso y le juró lealtad a Perón. Pero ya no había posibilidad de reconciliación alguna.
A fines de enero de 1966, Perón hizo pública la carta arriba citada.
Utilizó una estrategia brillante, evitar el combate directo, desentenderse del enfrentamiento dentro del sindicalismo y actuar de árbitro.
El gobierno de Illia aprovechó en conflicto interno dentro del peronismo y lanzó un decreto que promovía la democracia interna en los gremios y fragmentaba el poder financiero de las obras sociales.
En marzo de 1966, Perón le dio otro golpe político maestro a Vandor. Desafió a los dirigentes a definirse con claridad y apoyó la candidatura de Enrique Corvalán Nanclares para la gobernación de Mendoza, luego de que Vandor proclamara su adhesión a su contrincante, Alberto Serú García.
Isabel intimó a las 62 Organizaciones a acatar la orden de Madrid, pero Vandor la desoyó. Ante la sordera de Augusto Timoteo, Isabel cumpliendo la orden del General, se puso al frente de la campaña electoral y viajó a Mendoza para atraer dirigentes de base y realizar actos públicos a favor de Corvalán Nanclares. El sindicalista Alonso la acompañó en toda la gira por la provincia. El enfrentamiento con Vandor ahora tomaba un sesgo político-electoral.
Perón, en cambio, siguió utilizando los medios tradicionales para la campaña electoral. Envío una cinta grabada en la que llamó a los peronistas a acompañarlo. El mensaje que se transmitió una y otra vez por radio y televisión en toda la provincia, a pesar de las restricciones que impedían su participación.
Finalmente, aunque no alcanzó la gobernación, el candidato de Perón superó al elegido por Vandor. La gobernación no importaba en realidad, la victoria que importaba era sobre Vandor.
Augusto Timoteo entendió el mensaje que le dieron las urnas y dejo de lado la idea de formar “un partido de masas sin Perón” y se arrepintió de haber desobedecido sus órdenes.
En marzo de 1969 Vandor mantuvo una reunión secreta con Perón en Puerta de Hierro en donde pidió perdón por su desmedida ambición y se encolumnó nuevamente bajo la conducción del General. Igualmente su suerte estaba echada, por obra y gracia la propia ambición de Vandor.
Es una absoluta falacia la que sostiene que Perón fue el que dio la orden de matarlo, de hecho el General le advirtió lo que podría sucederle cuando le dijo: “'A usted lo matan, se ha metido en un lío. Lo matan unos o lo matan otros. '¡Hágame el favor! Ahora usted está entre la espada y la pared. Si usted le falla al Movimiento, el Movimiento lo va a matar y si usted le falla a los norteamericanos, la CIA lo va a mata”.
La reacción de Augusto Timoteo ante las palabras del General fue llorar.
El General en un reportaje que le dio al Diario Mayoría en 1971 y publicado por El Descamisado en 1974, contó que Vandor había aceptado dinero de la embajada norteamericana y creía que lograría manejar o engañar a los norteamericanos.
El 30/06/1969 Augusto Timoteo Vandor fue asesinado en la sede de la UOM. Un grupo comando a cara descubierta ingresó al edificio, subió hasta el primer piso, lo acribilló a balazos en su despacho y dejó una granada que finalmente no estalló.
¿Quiénes fueron? ¿La CIA o un sector del Movimiento que lo vio como un traidor por su intento de construir un peronismo sin Perón?
Nunca lo sabremos realmente.