martes, 25 de mayo de 2021

De esclavos a amos

Liberia, el país fallido de los libertos”


En 1818 miembros la Sociedad Estadounidense de Colonización arribaron a la costa de África occidental para encontrar un sitio adecuado para un futuro asentamiento de libertos afro-estadounidenses. La tripulación desembarcó en África con un proyecto que sería la génesis de la actual Liberia.




En 1822, Robert Stockton de la ACS adquirió un territorio de casi 100 km que se extendía a lo largo de la costa entre los ríos Mesurado y Junk. El terreno les fue comprado “a mano armada” a los jefes de las tribus dey y bassa, 2 de las 16 que habitaban la zona, a cambio de baratijas, un barril de ron y otro de pólvora, seis mosquetes y algunos artículos más, una verdadera bicoca.

Una vez que fue comprado el territorio, desembarcaron los primeros libertos provenientes de Estados Unidos en un asentamiento próximo a la actual capital. Los años siguientes estuvieron marcados por la expansión del terreno inicial y los conflictos con otras tribus locales, hostiles a los asentamientos.

Fundada en 1816, la ACS estaba compuesta por prominentes filántropos, humanistas y hombres de religión cuya misión era promover el asentamiento en África de las “personas de color libres”. Sin embargo, no todos los miembros consideraban la misión de la ACS una empresa moral. Para algunos integrantes la cuestión versaba sobre el bienestar de los africanos rescatados de barcos esclavistas y la restitución de las injusticias sufridas por los afro-estadounidenses, pero otros consideraron que la existencia de un número cada vez más elevado de libertos negros en Estados Unidos podía suponer “una amenaza para la inmensamente" mayoritaria población blanca norteamericana.

El proyecto de la ACS se vio favorecido por el contexto sociopolítico estadounidense. La prohibición del comercio de esclavos en Reino Unido y en Estados Unidos, la marina norteamericana comenzó a vigilar la costa occidental africana y aguas estadounidenses para capturar barcos con esclavos. Una vez rescatados, eran enviados a Estados Unidos, donde permanecían bajo custodia del gobierno hasta ser transportados de nuevo a África, en concreto a la actual Liberia.

El territorio de lo que hoy se conoce como Liberia se encontraba principalmente ocupado por una densa selva tropical y habitado por tribus pequeñas y desorganizadas. La nueva comunidad de libertos no fue bien recibida por la población local y la relación entre ambas se tornó hostil desde el comienzo. Los conflictos y las dificultades para internarse en las profundidades del territorio llevaron a los libertos a instalarse en la costa, donde contaban con la protección de la marina estadounidense y donde fundaron la capital del país, Monrovia, en honor al presidente estadounidense James Monroe.

La afluencia de barcos con libertos en las décadas siguientes fue limitada, llevando solo 15.000 libertos a Liberia, por lo que los colonos comenzaron a ser una clara minoría (menos del 3% de la población) cuando en 1847 se proclamó la independencia de la República de Liberia. El nombre escogido hacía honor a la tierra como una de “hombres libres”, idea reafirmada en el lema nacional: “El amor por la libertad nos trajo aquí”. Las propias bases ideológicas sobre las que se fundó el Estado giraban en torno a los colonizadores, que pasaron a ser denominados “américo-liberianos”, con lo que se excluía a los aborígenes de la identidad nacional.

Para entonces, Liberia consistía en una variedad de colonias fundadas por sociedades colonizadoras promovidas por diversos estados de Estados Unidos (Maryland, Virginia, Pensilvania o Misisipi) tras el éxito de la ACS. En 1838 varias de estas colonias se unieron para formar la Mancomunidad de Liberia, con un gobernador designado por la ACS y una Constitución propia. El virginiano Joseph Jenkins Roberts se convertiría en el primer gobernador negro en 1841 y posteriormente sería el primer presidente de Liberia tras la independencia del país.

Los cimientos sobre los que se construyó el nuevo Estado eran una réplica del sur de Estados Unidos e ignoraron por completo las características de la población nativa. Los américo-liberianos demostraban su "actitud civilizada" vistiendo a la usanza de la élite estadounidense sureña: los hombres vestían trajes de frac, guantes blancos y sombreros y las mujeres pelucas blancas. Sus casas eran réplicas de las mansiones sureñas rodeadas por las plantaciones de algodón y su religión, la baptista y metodista. Sin embargo, también integraron algunos elementos de la cultura caribeña debido a la presencia de libertos procedentes de lugares como Barbados o Jamaica.

Los américo-liberianos trazaron un sistema político y social a imagen y semejanza del de Estados Unidos. La Constitución de 1847 fue redactada con la ayuda de Simon Greenleaf, profesor de Derecho en Harvard, siguiendo el modelo de la estadounidense. Así, se estableció una república presidencialista con el inglés como lengua oficial y dividida administrativamente en condados, algunos con el mismo nombre de los estadounidenses como Maryland. Incluso la bandera siguió un diseño muy similar a la estadounidense.




A pesar de ser nominalmente democrático, el gobierno se regio por un sistema de partido único durante más de un siglo: el Partido Whig, fundado en 1869, que monopolizó el poder desde 1877 hasta 1980. Mientras que el Partido Republicano de tendencia liberal y progresista contaba generalmente con el apoyo de los mulatos, los negros emancipados eran generalmente partidarios del Partido Whig, más nacionalista y conservador.

Desde el comienzo, la relación entre la comunidad recién llegada y los habitantes autóctonos estuvo marcada por la hostilidad y el distanciamiento. Con la densa selva actuando como una barrera natural entre los colonos y los “aborígenes” (así llamaron los libertos a los habitantes nativos), durante las primeras décadas el contacto sería limitado y la expansión y control efectivo de las zonas interiores del país, muy lenta. Junto al sistema sociopolítico estadounidense, los américo-liberianos exportaron al nuevo país el sistema de exclusión del que ellos mismos habían sido víctimas, con lo que se convertían en la reducida élite esclavista de un dominio que extendieron por todo el territorio.

La nueva estructura estatal dejaba totalmente al margen a la población nativa. Las leyes promulgadas por los libertos estadounidenses solo los reconocían a ellos como ciudadanos del país, los tribesmen u ‘hombres tribales’, el 95% de la población, no tenían derecho a participar en el gobierno. Los américo-liberianos implantaron un sistema de segregación que discriminaba los matrimonios mixtos y la cultura nativa. Asignaron un territorio delimitado a cada una de las 16 tribus autóctonas y cualquier tipo de oposición a su dominio era salvajemente reprimido. En las guerras e incursiones al interior, los colonos se proveían de esclavos que empleaban como mano de obra o vendían a otras colonias, como por ejemplo las Guayanas.

Aunque la Constitución de 1847 prohibió la esclavitud, en el país se instauró un sistema de trabajo forzado esclavista. La Constitución también distinguía entre “personas de color” (los américo-liberianos) y “aborígenes” (nativos), base legal para la exclusión de la mayoría de la población. El texto original de la Constitución liberiana estipuló: “Nadie que no sea una persona de color será admitido como ciudadano de esta república y solo los varones mayores de 21 años con propiedades tendrán derecho al sufragio”. Ninguna sección de la carta magna recogía que los nativos se pudiesen convertir en ciudadanos.

Durante el primer siglo de existencia de la república, los américo-liberianos coparon las instituciones políticas, económicas, sociales y culturales del país. El sistema de segregación y de asimilación cultural derivó en una sociedad estratificada donde las posibilidades de ascenso de los nativos se mantuvieron muy limitadas. Los propios américo-liberianos estaban divididos por el sistema de estratificación importado desde Estados Unidos. Los mulatos se situaban en la cúspide de la pirámide social, normalmente en puestos oficiales, los seguían los antiguos esclavos negros, en su mayoría obreros y granjeros. Entre ellos y los nativos se encontraban los "recautivos" africanos que habían sido rescatados por la marina estadounidense mientras se los transportaba ilegalmente a Estados Unidos y que habían sido repatriados a Liberia.

Esta estratificación de la sociedad afectaba a todos los ámbitos de la sociedad: matrimonio, acceso a la universidad o lugar de residencia. También tuvo su reflejo en la política nacional: durante el Gobierno del Partido Republicano, los mulatos disfrutaron de una situación de privilegio que se vio mermada tras la llegada al poder de los Whigs, más favorables a los negros y recautivos. Se implantó el mismo sistema de segregación racial que los afrikáners implantarían luego en Sudáfrica, en realidad el apartheid fue inventado por los colonos liberianos. Al igual que la Sudáfrica afrikáner, Liberia estuvo dominada durante más de un siglo por una reducida élite que se consideraba a sí misma “más civilizada” que los africanos de las tribus nativas. Como ocurrió en Sudáfrica, este régimen de dominación y discriminación terminó provocando violentas revueltas por parte del grupo mayoritario de la población.

La situación de pobreza y exclusión política fue el caldo de cultivo para alimentar la tensión entre la reducida élite américo-liberiana y los africanos nativos. La discriminación institucionalizada se mantuvo durante las siguientes décadas: los liberianos nativos no fueron reconocidos como ciudadanos hasta 1904 y no recibieron el derecho a votar hasta 1946, la minoría américo-liberiana seguía poseyendo más de la mitad de la riqueza nacional. La situación de tensión y desigualdad acabó derivando a finales de siglo en las dos guerras civiles que han asolado Liberia, dos de los conflictos más violentos ocurridos en África y que dejaron un destrozado y dividido, como mas de 250.000 muertos y mas de 1 millón de desplazados. 

Paulatinamente, se intentaron implementar medidas para paliar el sistema de exclusión. El primer esfuerzo vino de la mano del presidente William Tubman, quien introdujo en 1944 la Política de Unificación con el objeto de incorporar a los africanos nativos a la vida política. A pesar de estos primeros y timoratos intentos de integrar a los nativos, la disparidad en la distribución de la riqueza y en el acceso a los servicios públicos siguió prevaleciendo el profundo malestar de la población nativa.




Los américo-liberianos coparon la élite política, económica y social del país hasta el golpe de Estado de 1980, cuando el sargento Samuel Doe se convirtió en el primer presidente descendiente de liberianos nativos. La corrupción, represión y mala gestión de la dictadura de Doe acabaron con las esperanzas de quienes tuvieron esperanzas en el inicio de una nueva era para Liberia en la que la mayoría de la población, históricamente reprimida, se vería finalmente beneficiada.

Doe dominaría el país hasta el estallido de la primera guerra civil liberiana en 1989, donde fue secuestrado y asesinado en una ejecución pública y televisada por miembros del Frente Patriótico de Liberia, liderado por Charles Taylor. 




A raíz de las luchas por el poder de diferentes grupos tribales, la mala gestión del país a manos de Doe y numerosos desastres naturales, la década de los 90 estuvo caracterizada por la inestabilidad, la violencia y una debacle económica, un panorama muy diferente de la prosperidad que había caracterizado a Liberia durante el siglo XIX y la mayoría de XX. El PBI cayó en picada: pasó de superar los USD 1.000 millones en 1988 a diez veces menos para mediados de la década de los 90. Para colmo de males estalló una segunda guerra civil que asolaría el país entre 1997 y 2003 cuando diversos grupos se alzaron contra el presidente y señor de la guerra Taylor, quién luego fuera juzgado por crímenes contra la humanidad por su apoyo a rebeldes de Sierra Leona durante la guerra civil en ese país, a quienes les proveyó armas con las que realizaron inimaginables masacres.




Liberia, a pesar de haber sido fundada por libertos afro-estadounidenses, instauró un sistema de estratificación social y segregación que excluyó a la mayoría nativa de la riqueza nacional y de las instituciones sociales y políticas. Esta situación de discriminación institucionalizada, prolongada a lo largo de más de un siglo, segmentó a la sociedad e instauró la violencia que finalmente produjo el colapso del país.




Las décadas de guerra civil han provocado el desplazamiento de cientos de miles de refugiados tanto en el interior del país como a países vecinos e incluso a los Estados Unidos. Liberia se ha visto azotada durante años por la violencia sexual, crímenes de guerra, el uso de niños soldados y el dominio de señores de la guerra.




En 2003 se produjo una inédita y providencial oleada de movilizaciones feministas, el movimiento "Acción Masiva por la Paz de las Mujeres de Liberia", que puso fin a la guerra en 2003 y llevó a las mujeres a puestos de poder. Ellen Johnson-Sirleaf se convirtió así en la primera presidenta en África. Bajo su Gobierno, de 2005 a 2017, se han cerrado heridas, acortado brechas y dado grandes pasos para restaurar la paz en el país. Aunque se está avanzando, el camino hacia la paz en Liberia sigue siendo sinuoso, la paz sigue siendo frágil y todavía queda mucho trabajo de reconciliación por hacer. Cómo se desarrolle este proceso resultará clave para el futuro de Liberia.




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