“Los esclavos laosianos de la dictadura cívico-militar”
El Vietminh expulsó a los franceses de Vietnam. La “Perla del Oriente” había roto las cadenas coloniales que la ataban al amo francés. El Pathet Lao hizo lo propio en la vecina Laos, ayudado por el Vietminh, y logró también su independencia de Francia. Laos, ya como país independiente, empezó a padecer conflictos internos. El Partido Comunista asumió el liderazgo y la oposición de derecha, apoyada por los Estados Unidos, tomó violentamente el poder en 1958. De esta manera comenzó una sangrienta guerra civil en el recientemente independizado país.
El fenómeno de los refugiados de Indochina hizo que la ONU llamara a una Conferencia Internacional en Ginebra con el fin de resolver la situación de los refugiados. Varios gobiernos participaron de la cumbre de 1979 y firmaron el compromiso de recibir en sus países en calidad de refugiados a los que habían decidido emigrar del sudeste asiático. Entre los que asumieron ese compromiso, estuvo la dictadura cívico-militar genocida argentina.
Resulta muy llamativo que los que habían implementado un plan sistemático de exterminio en su propio país decidieran darle la bienvenida a los inmigrantes laosianos. La maniobra de la dictadura para “lavar su imagen internacional”, se plasmó en el decreto Nº 2073 del 31/08/1979. Pero las verdaderas intenciones de los genocidas quedarían expuestas con la llegada de los refugiados al país.
De las 1000 familias que los genocidas ofrecieron recibir, llegaron solo 293. Del total, 266 familias provenían de Laos, 21 de Camboya y 6 de Vietnam. Es aquí en donde comienza el engaño de los genocidas a los inmigrantes laosianos. Les habían dicho que Argentina era un país de paz, lleno de oportunidades para que pudieran trabajar y progresar. También les aseguraron que ellos iban a elegir el lugar del país en donde quisieran asentarse. Una falacia absoluta, los mandaron a distintas zonas del país (Córdoba, Mendoza, Río Negro, La Pampa, Salta y Misiones) en donde se necesitara mano de obra barata para realizar trabajo agrario en las estancias de los financistas de los genocidas. Utilizaron a los inmigrantes laosianos como trabajadores golondrinas en condiciones de semi esclavitud. Trabajaban interminables horas por un salario miserable, no les dieron indumentaria y las raciones de comida no paliaron el hambre al que los sometieron.
Cuando los convenios laborales, mejor dicho los “convenios de esclavitud”, terminaron (principalmente los empleos estacionales relativos a las cosechas) los refugiados tuvieron cierta libertad para desplazarse por el territorio nacional. Gran parte de la comunidad laosiana decidió establecerse en Misiones, dado que el clima, el entorno selvático y la comida les anestesió el desarraigo por tener la provincia características parecidas a Laos. Comenzaron a sentirse como en su propia casa, se adaptaron, integraron y prosperaron. Ya son parte de Argentina, superaron la explotación, el desamparo, la exclusión y todos los padecimientos que les impusieron los genocidas y sus financistas civiles agroGARCAS.
Quizás la inauguración de la estatua de Buda, la más grande de Sudamérica, sea el símbolo de la emancipación definitiva de los/as laosianos/as argentos/as.
Muy interesante artículo, gracias por compartir
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