“Estado
de Bienestar sueco, nacimiento, auge y decadencia”
Suecia
es sinónimo de estado de bienestar. Algunos autores dicen que el
estado de bienestar sueco e remonta a finales del siglo XIX, antes de
que los socialdemócratas accedieran al poder. En 1847 y 1853 Suecia
aprobó leyes de ayuda a los sectores más vulnerables de su
población y se fundó la Confederación de Sindicatos Suecos (LO),
que tuvo un papel fundamental en la creación del estado de
bienestar. Incluso el partido liberal, que históricamente se
resistió a las políticas redistributivas, comenzó en 1913 a
desarrollar servicios sociales. Algunos sostienen que el estado de
bienestar sueco tiene su origen en una cultura del igualitarismo y
cooperación surgida de los pequeños pueblos que integraban el país antes de la tardía industrialización.
El
estado de bienestar tal como ahora lo conocemos fue consecuencia de
los pactos entre el partido socialdemócrata y los liberales, con la
participación de los sindicatos, que juegan un papel muy importante
en la sociedad sueca. Actualmente, el 80% de los trabajadores suecos
están afiliados a sindicatos. En 1918 un gobierno de coalición
liberal-socialdemócrata aprobó una nueva ley de ayuda a los pobres,
transfiriendo recursos a los ayuntamientos, que fue la base del
sistema sueco de asistencia social en las cuatro décadas siguientes.
El
modelo sueco se ha asentado sobre una concepción de la
responsabilidad del Estado en la provisión del bienestar, en una
doble dimensión, las políticas de desarrollo del pleno empleo y la
provisión de una red de servicios públicos universales. La visión
comunitaria del Estado de acuerdo a las tradiciones políticas, y el
concepto de solidaridad emergente de los principios socialdemócratas,
han conformado esta concepción. El modelo socialdemócrata sueco ha
tratado de disminuir el impacto del funcionamiento del mercado de
trabajo sobre el bienestar de los individuos, configurando un nivel
de bienestar independientemente de la posición de los individuos.
Estas características son visibles ya en las políticas sociales
desarrolladas a principios de siglo, como por ejemplo los primeros
seguros de vejez e incapacidad establecidos en 1913 que cubrían no
sólo a los asalariados o a aquellos con pensiones bajas sino a todos
los grupos ocupacionales independientemente de sus ingresos. La
educación, asistencia médica, servicios a las familias y trabajos
de cuidados son considerados bienes públicos y servicios provistos
por el Estado, es tan así que el Estado se convirtió en sinónimo
de servicios sociales. Esta prestación de servicios universales para
los ciudadanos y residentes se ha completado de forma progresiva con
otros servicios cuyo acceso depende del mercado de trabajo.
La
influencia del modelo del “hombre como responsable del
mantenimiento de la familia” ha sido menor en el caso sueco. Las
mujeres han recibido menores pensiones en su calidad de
madres/esposas y éstas han ido disminuyendo progresivamente para ser
sustituidas por prestaciones a título individual como ciudadanas.
Pero el declive de natalidad a principios de siglo XX puso en marcha un
sistema de prestaciones de maternidad e hijos a lo largo de los años
30 tanto para casadas como para madres solas.
La
plenitud del estado de bienestar , respecto a la universalidad en el
desarrollo de las políticas sociales, comenzó después de la
Segunda Guerra Mundial. Se institucionalizaron las pensiones de
ciudadanía para la vejez en 1946, las prestaciones por hijos
independientemente de los recursos en 1948, la reforma de los seguros
por enfermedad en 1955 y de pensiones en 1960. Antes de comenzados
los 60 existía un sistema de seguros mínimos complementados con
seguros según el nivel de ingresos y se daba mayor nivel de
prestaciones a los hombres que a las mujeres. La progresiva
universalidad de las prestaciones sociales ha dejado también sin
efecto el impacto del menor salario de las mujeres en el acceso a
dichos beneficios sociales. El reconocimiento de los trabajos de
cuidados ha hecho que las mujeres pudieran reclamar el acceso a los
beneficios sociales como mujeres y como madres mas que como
esposas.
Las políticas llamadas de “conciliación del trabajo y
la familia” consideradas características del modelo
socialdemócrata sueco tienen en el Estado un desarrollo también
precoz y avanzado. A partir de la década de los 70 se produce una
fuerte inversión pública en la creación de servicios preescolares
y una extensión de los permisos por maternidad a los padres.
Antes
de la década del 60, las tasas de actividad femenina en Suecia no
eran mayores que en Estados Unidos o Inglaterra, el mercado de
trabajo estaba fuertemente segregado y las políticas laborales daban
prioridad al empleo y al salario masculino. A partir de 1960, esta
estructura va disolviéndose progresivamente a través de políticas
activas de promoción del empleo femenino y de políticas de paridad
salarial. A pesar del amplio desarrollo del estado del bienestar se
ha configurado un mercado de trabajo fuertemente segregado en el que
las mujeres siguen desarrollando primordialmente los trabajos de
cuidados, que pesar de las políticas estatales, siguen teniendo un
salario inferior al de los trabajos masculinos del sector público y
privado.
La
“utopía” socialdemócrata sueca comenzó a deshilacharse a
finales de los años 80. El país vivió una liberalización
financiera. Esta liberalización condujo a una burbuja
inmobiliaria-financiera que explotó con la traumática crisis
financiera de 1991. La caída del Muro de Berlín y la creciente
hegemonía del discurso neoliberal, que impuso la llamada “Tercera
Vía” con Tony Blair en el Reino Unido, Gerard Schroeder en Alemania
y Bill Clinton en Estados Unidos, que básicamente se trató de una
versión neoliberal de la socialdemocracia, terminó transformando a
la socialdemocracia sueca, que se incorporó a la “Tercera Vía”.
Suecia comenzó a adoptar una política de austeridad fiscal que
pregona el déficit cero o incluso superávit, Estas políticas
tuvieron su impacto sobre el estado de bienestar, la desigualdad
creció a niveles nunca vistos en el país. En la actualidad unas 15
familias controlan el 70% de las grandes empresas y se calcula
que la evasión impositiva creció de manera alarmante. Se estima que
USD 5.000 millones fueron a parar a paraísos fiscales. La década
de los 80 fue la última con pleno empleo, hoy una creciente parte de
la población está desempleada o subempleada.
La
actual coalición de centroizquierda (fuerza hegemónica desde los
tiempos de posguerra) formada por socialdemócratas y progresistas,
esta perdiendo terreno de forma alarmante frente la extrema derecha.
El partido denominado “Demócratas Suecos”, un espacio xenófobo
y neonazi, que según algunos analistas llaman “fascismo soft”,
tiene una alta intención de voto (20%), según algunas encuestas. Esto abre el camino a una posible alianza entre la
derecha tradicional y los "fascistas soft". Dicha alianza podría llegar al poder y
desplazar a la tradicional coalición de centroizquierda, con el
riesgo que eso implica.
Actualmente
Suecia es un estado de bienestar combinado con neoliberalismo. La automotriz Volvo
ya no construye vehículos en Suecia, lo hace en China para abaratar los
costos. La utopía sueca aún existe pero esta en franca decadencia y
su futuro es incierto.