miércoles, 31 de marzo de 2021

Los esclavos laosianos de la dictadura

 

Los esclavos laosianos de la dictadura cívico-militar”


El Vietminh expulsó a los franceses de Vietnam. La “Perla del Oriente” había roto las cadenas coloniales que la ataban al amo francés. El Pathet Lao hizo lo propio en la vecina Laos, ayudado por el Vietminh, y logró también su independencia de Francia. Laos, ya como país independiente, empezó a padecer conflictos internos. El Partido Comunista asumió el liderazgo y la oposición de derecha, apoyada por los Estados Unidos, tomó violentamente el poder en 1958. De esta manera comenzó una sangrienta guerra civil en el recientemente independizado país.


El enfrentamiento interno duró hasta mediados de los 70. Cuando finalizó la Guerra de Vietnam, con la victoria del norte comunista y la unificación de Vietnam, plasmado en la caída de Saigón el 30/04/1975, el comunismo se extendió y se asentó también en Laos y Camboya. En 1975, el Frente Patriótico Laosiano, heredero político del Pathet Lao, conquistó el poder y fundó la República Democrática Popular. Una parte de la población de Laos, temiendo a la “dictadura socialista” decidió emigrar. No sabían que la huida los llevaba a la peor de las dictaduras: la explotación capitalista.

El fenómeno de los refugiados de Indochina hizo que la ONU llamara a una Conferencia Internacional en Ginebra con el fin de resolver la situación de los refugiados. Varios gobiernos participaron de la cumbre de 1979 y firmaron el compromiso de recibir en sus países en calidad de refugiados a los que habían decidido emigrar del sudeste asiático. Entre los que asumieron ese compromiso, estuvo la dictadura cívico-militar genocida argentina.

Resulta muy llamativo que los que habían implementado un plan sistemático de exterminio en su propio país decidieran darle la bienvenida a los inmigrantes laosianos. La maniobra de la dictadura para “lavar su imagen internacional”, se plasmó en el decreto Nº 2073 del 31/08/1979. Pero las verdaderas intenciones de los genocidas quedarían expuestas con la llegada de los refugiados al país.

De las 1000 familias que los genocidas ofrecieron recibir, llegaron solo 293. Del total, 266 familias provenían de Laos, 21 de Camboya y 6 de Vietnam. Es aquí en donde comienza el engaño de los genocidas a los inmigrantes laosianos. Les habían dicho que Argentina era un país de paz, lleno de oportunidades para que pudieran trabajar y progresar. También les aseguraron que ellos iban a elegir el lugar del país en donde quisieran asentarse. Una falacia absoluta, los mandaron a distintas zonas del país (Córdoba, Mendoza, Río Negro, La Pampa, Salta y Misiones) en donde se necesitara mano de obra barata para realizar trabajo agrario en las estancias de los financistas de los genocidas. Utilizaron a los inmigrantes laosianos como trabajadores golondrinas en condiciones de semi esclavitud. Trabajaban interminables horas por un salario miserable, no les dieron indumentaria y las raciones de comida no paliaron el hambre al que los sometieron.


Cuando los convenios laborales, mejor dicho los “convenios de esclavitud”, terminaron (principalmente los empleos estacionales relativos a las cosechas) los refugiados tuvieron cierta libertad para desplazarse por el territorio nacional. Gran parte de la comunidad laosiana decidió establecerse en Misiones, dado que el clima, el entorno selvático y la comida les anestesió el desarraigo por tener la provincia características parecidas a Laos. Comenzaron a sentirse como en su propia casa, se adaptaron, integraron y prosperaron. Ya son parte de Argentina, superaron la explotación, el desamparo, la exclusión y todos los padecimientos que les impusieron los genocidas y sus financistas civiles agroGARCAS.

Quizás la inauguración de la estatua de Buda, la más grande de Sudamérica, sea el símbolo de la emancipación definitiva de los/as laosianos/as argentos/as.





La utopía sueca

Estado de Bienestar sueco, nacimiento, auge y decadencia”




Suecia es sinónimo de estado de bienestar. Algunos autores dicen que el estado de bienestar sueco e remonta a finales del siglo XIX, antes de que los socialdemócratas accedieran al poder. En 1847 y 1853 Suecia aprobó leyes de ayuda a los sectores más vulnerables de su población y se fundó la Confederación de Sindicatos Suecos (LO), que tuvo un papel fundamental en la creación del estado de bienestar. Incluso el partido liberal, que históricamente se resistió a las políticas redistributivas, comenzó en 1913 a desarrollar servicios sociales. Algunos sostienen que el estado de bienestar sueco tiene su origen en una cultura del igualitarismo y cooperación surgida de los pequeños pueblos que integraban el país antes de la tardía industrialización. 

El estado de bienestar tal como ahora lo conocemos fue consecuencia de los pactos entre el partido socialdemócrata y los liberales, con la participación de los sindicatos, que juegan un papel muy importante en la sociedad sueca. Actualmente, el 80% de los trabajadores suecos están afiliados a sindicatos. En 1918 un gobierno de coalición liberal-socialdemócrata aprobó una nueva ley de ayuda a los pobres, transfiriendo recursos a los ayuntamientos, que fue la base del sistema sueco de asistencia social en las cuatro décadas siguientes.

El modelo sueco se ha asentado sobre una concepción de la responsabilidad del Estado en la provisión del bienestar, en una doble dimensión, las políticas de desarrollo del pleno empleo y la provisión de una red de servicios públicos universales. La visión comunitaria del Estado de acuerdo a las tradiciones políticas, y el concepto de solidaridad emergente de los principios socialdemócratas, han conformado esta concepción. El modelo socialdemócrata sueco ha tratado de disminuir el impacto del funcionamiento del mercado de trabajo sobre el bienestar de los individuos, configurando un nivel de bienestar independientemente de la posición de los individuos. Estas características son visibles ya en las políticas sociales desarrolladas a principios de siglo, como por ejemplo los primeros seguros de vejez e incapacidad establecidos en 1913 que cubrían no sólo a los asalariados o a aquellos con pensiones bajas sino a todos los grupos ocupacionales independientemente de sus ingresos. La educación, asistencia médica, servicios a las familias y trabajos de cuidados son considerados bienes públicos y servicios provistos por el Estado, es tan así que el Estado se convirtió en sinónimo de servicios sociales. Esta prestación de servicios universales para los ciudadanos y residentes se ha completado de forma progresiva con otros servicios cuyo acceso depende del mercado de trabajo.
La influencia del modelo del “hombre como responsable del mantenimiento de la familia” ha sido menor en el caso sueco. Las mujeres han recibido menores pensiones en su calidad de madres/esposas y éstas han ido disminuyendo progresivamente para ser sustituidas por prestaciones a título individual como ciudadanas. Pero el declive de natalidad a principios de siglo XX puso en marcha un sistema de prestaciones de maternidad e hijos a lo largo de los años 30 tanto para casadas como para madres solas.

La plenitud del estado de bienestar , respecto a la universalidad en el desarrollo de las políticas sociales, comenzó después de la Segunda Guerra Mundial. Se institucionalizaron las pensiones de ciudadanía para la vejez en 1946, las prestaciones por hijos independientemente de los recursos en 1948, la reforma de los seguros por enfermedad en 1955 y de pensiones en 1960. Antes de comenzados los 60 existía un sistema de seguros mínimos complementados con seguros según el nivel de ingresos y se daba mayor nivel de prestaciones a los hombres que a las mujeres. La progresiva universalidad de las prestaciones sociales ha dejado también sin efecto el impacto del menor salario de las mujeres en el acceso a dichos beneficios sociales. El reconocimiento de los trabajos de cuidados ha hecho que las mujeres pudieran reclamar el acceso a los beneficios sociales como mujeres y como madres mas que como esposas.
Las políticas llamadas de “conciliación del trabajo y la familia” consideradas características del modelo socialdemócrata sueco tienen en el Estado un desarrollo también precoz y avanzado. A partir de la década de los 70 se produce una fuerte inversión pública en la creación de servicios preescolares y una extensión de los permisos por maternidad a los padres.
Antes de la década del 60, las tasas de actividad femenina en Suecia no eran mayores que en Estados Unidos o Inglaterra, el mercado de trabajo estaba fuertemente segregado y las políticas laborales daban prioridad al empleo y al salario masculino. A partir de 1960, esta estructura va disolviéndose progresivamente a través de políticas activas de promoción del empleo femenino y de políticas de paridad salarial. A pesar del amplio desarrollo del estado del bienestar se ha configurado un mercado de trabajo fuertemente segregado en el que las mujeres siguen desarrollando primordialmente los trabajos de cuidados, que pesar de las políticas estatales, siguen teniendo un salario inferior al de los trabajos masculinos del sector público y privado.


La “utopía” socialdemócrata sueca comenzó a deshilacharse a finales de los años 80. El país vivió una liberalización financiera. Esta liberalización condujo a una burbuja inmobiliaria-financiera que explotó con la traumática crisis financiera de 1991. La caída del Muro de Berlín y la creciente hegemonía del discurso neoliberal, que impuso la llamada “Tercera Vía” con Tony Blair en el Reino Unido, Gerard Schroeder en Alemania y Bill Clinton en Estados Unidos, que básicamente se trató de una versión neoliberal de la socialdemocracia, terminó transformando a la socialdemocracia sueca, que se incorporó a la “Tercera Vía”. Suecia comenzó a adoptar una política de austeridad fiscal que pregona el déficit cero o incluso superávit, Estas políticas tuvieron su impacto sobre el estado de bienestar, la desigualdad creció a niveles nunca vistos en el país. En la actualidad unas 15 familias controlan el 70% de las grandes empresas y se calcula que la evasión impositiva creció de manera alarmante. Se estima que USD 5.000 millones fueron a parar a paraísos fiscales. La década de los 80 fue la última con pleno empleo, hoy una creciente parte de la población está desempleada o subempleada.

La actual coalición de centroizquierda (fuerza hegemónica desde los tiempos de posguerra) formada por socialdemócratas y progresistas, esta perdiendo terreno de forma alarmante frente la extrema derecha. El partido denominado “Demócratas Suecos”, un espacio xenófobo y neonazi, que según algunos analistas llaman “fascismo soft”, tiene una alta intención de voto (20%), según algunas encuestas. Esto abre el camino a una posible alianza entre la derecha tradicional y los "fascistas soft". Dicha alianza podría llegar al poder y desplazar a la tradicional coalición de centroizquierda, con el riesgo que eso implica.

Actualmente Suecia es un estado de bienestar combinado con neoliberalismo. La automotriz Volvo ya no construye vehículos en Suecia, lo hace en China para abaratar los costos. La utopía sueca aún existe pero esta en franca decadencia y su futuro es incierto.



sábado, 27 de marzo de 2021

La relación entre el General Perón y la comunidad judía argentina

 

La relación entre el General Perón y la comunidad judía argentina


Históricamente el peronismo tuvo un rasgo integrador hacia las comunidades que llegaron al país en busca de un futuro mejor. El General Perón alentó el sentimiento de pertenencia de los inmigrantes a sus naciones de origen y a la vez que se sintieran ciudadanos argentinos.





La oligarquía cipaya y entreguista acusó falsamente a Perón de ser nazi/fascista, pero la verdad es que los judíos se insertaron en la vida pública argentina de la mano del General, quien además fue de los primeros gobernantes en el mundo en reconocer en 1948 al naciente Estado de Israel. Lo mismo sucedió con la asimilación que tuvieron las comunidades de origen árabe.

En varios discursos, el General Perón invitó a los inmigrantes a sumarse a la vida pública, esto provocó un profundo cambio en la política de inmigración que Argentina había desarrollado desde el siglo XIX hasta el 4/06/1946. Antes de Perón, los inmigrantes eran considerados ciudadanos de segunda que además eran vistos como un "peligro contra la argentinidad" por ser portadores de ideas peligrosas para la Nación. En realidad lo eran para la oligarquía explotadora porque las ideas que los inmigrantes trajeron (comunistas, socialistas y anarquistas) fueron el puntapié inicial de la lucha obrera en Argentina que luego continuó y profundizó el peronismo, convirtiendo las demandas de la clase trabajadora en leyes.

La falacia diseminada por la oligarquía que sostenía que “Perón tenía simpatías con el nazismo y antipatías con el judaísmo” fue a consecuencia de la propaganda imperialista estadounidense y soviética que no le perdonaron a Argentina la neutralidad durante la Segunda Guerra Mundial. También se basaron en la entrada de criminales de guerra nazis al país, cosa cierta, pero también entraron a Estados Unidos y a la Unión Soviética. Los científicos nazis fueron fundamentales en la carrera espacial de ambas potencias.



La falacia sobre la simpatía de Perón con el nazismo tapó la verdad: Durante las dos primeras presidencias del General, Argentina tuvo los mejores vínculos diplomáticos con el Estado de Israel en toda su historia.

En ningún momento Perón vio una contradicción entre la condición de argentinos y de judíos.

Como bien dice el prestigioso historiador israelí Raanan Rein, el término "fascista" se usa con mucho simplismo. El hecho de que Perón tuviera la formación de un militar no significa en lo absoluto que haya sido fascista. Fue un mito creado con mala intención por el hecho de haber ido a Italia a adquirir experiencia en alpinismo.

Cuando uno habla de fascismo, hay que pensar en la base social del movimiento. Y la base social del fascismo (las clases acomodadas) era muy distinta de la base social del justicialismo (clases populares).

Los que son históricamente antisemitas, son los oligarcas, que además han sido desde siempre muy refractarios respecto de los inmigrantes no católicos y no europeos. La vida fue muy difícil para los argentinos judíos, árabes o japoneses hasta la llegada del General Perón al gobierno. Perón hizo énfasis en los derechos de grupo y legitimó a los distintos grupos de inmigrantes para que lograran mantener sus identidades y a la par se incorporaran definitivamente al conjunto social argentino. 


En ningún momento Perón vio una contradicción entre la condición de argentinos y las diferentes identidades de los que llegaban al país en busca de un futuro mejor, como por ejemplo tanos, gallegos, polacos, yugoslavos, galeses, árabes, judíos, paraguayos, chilenos, uruguayos, peruanos, bolivianos, japoneses o chinos. Al contrario, Perón intentó aprovechar los lazos de los inmigrantes con sus países de origen para conformar la Argentina multicultural de la que hoy gozamos. Una prueba de que Perón no veía contradicciones entre la patria de origen y la adoptiva fue uno de sus discursos en donde dijo: “Un buen judío argentino debe apoyar al Estado de Israel”.



De hecho Amram Blum, referente de la comunidad judeo-siria fue uno de los consejeros del General y se transformó en un nexo entre Perón y la colectividad judía. Esa situación le produjo un profundo malestar a los sectores antiperonistas, quienes pasaron de acusarlo de antisemitismo a tildarlo de “aliado de los judíos”. Durante el conflicto entre Perón y la Iglesia Católica a finales de 1954, aparecieron “carteles” de los sectores del nacionalismo católico que repudiaban “la influencia del judaísmo sobre el peronismo".

Respecto de la creación del Estado de Israel, la Argentina se abstuvo en la votación de noviembre de 1947, pero una vez establecido el Estado de Israel, Argentina fue el primer país latinoamericano en establecer una embajada en el naciente Estado. 


Perón envió el primer embajador judío en Argentina a Tel Aviv, Pablo Manguel, quien cultivó lazos muy estrechos e importantes para el país recién establecido. La fundación Eva Perón mandó alimentos, frazadas y medicamentos a los campamentos de inmigrantes que recién había llegado a Israel. Fue la mejor época de las relaciones bilaterales entre ambos países y una de las décadas con menos incidentes antisemitas en toda la historia Argentina.


Perón lanzó a la comunidad judía a la esfera pública al dedicarle mucha atención a los intelectuales judíos que apoyaban al peronismo y en especial a la figura de César Tiempo, uno de los intelectuales judíos más importantes de todo el siglo XX en Argentina. Fue el director del suplemento cultural del diario La Prensa, que había sido expropiado por el gobierno peronista, durante los años en que dirigió el suplemento, publicó a más autores judíos que el diario La Nación en 50 años. El peronismo le abrió nuevas oportunidades a los judíos en Argentina y los catapultó a la vida pública Argentina. Ese legado puede verse actualmente con total claridad.